martes, 15 de marzo de 2022

"Estoy contigo"

Conectando con mi última entrada semanal, quiero hablar de un problema muy importante que ha aumentado su presencia con la pandemia, la ansiedad y la depresión. 
Estas enfermedades ya afectaban a un gran porcentaje de la población, pero según he encontrado en diferentes páginas, los casos han aumentado entre un 25% y un 30%, siendo las personas de entre 20 y 34 años las más afectadas.

La ansiedad y la depresión son padecimientos cuyos síntomas solo entienden las personas que los sufren. Es muy difícil entender todo lo que conlleva soportarlas, entender el estrés que te puede entrar de repente sin razón aparente, o la tristeza que te impide hasta levantarte de la cama.

Los síntomas de cada enfermedad no son opuestos, podemos encontrar algunas similitudes, y no tienen porque darse siempre separadas. Además encontramos muchas irregularidades respecto a un paciente y otro, ya que no afectan igual a todas las personas.

Los síntomas de la ansiedad van desde una sensación de nerviosismo y peligro que te impide realizar ciertas actividades cotidianas, hasta el aumento del ritmo cardiaco, sudoración, temblores, cansancio, problemas para concentrarse y conciliar el sueño...
Los síntomas de la depresión incluyen un bajo estado de animo, una apatía por la que te dejan de interesar actividades que antes te gustaban y no encuentras nada ni nadie que te interese, llantos, cansancio, irritabilidad, baja autoestima, autolesiones, problemas de sueño...

Cada una te hace tener pensamientos intrusivos negativos, que hacen que te sientas inútil, que no te quieras y que pienses que nadie te quiere y están mejor sin ti.
A continuación os dejo una serie de viñetas que representan el problema bastante bien:




Es crucial hablar de estos temas por dos razones:

La primera consiste en la importancia de prevenir. Todos debemos saber los motivos por los que puedes comenzar a padecer cada enfermedad, para que, aunque no los puedas evitar, sepas llevarlos, hablar de ellos, o que no te afecten de una forma tan grave. Además debemos saber cuándo pedir ayuda, es decir, en que momento empieza a ser grave la tristeza o el estrés, ya que cierto nivel de ellas es normal y todos las sentimos en algún momento, pero en el instante en que se convierten en un problema necesitamos recurrir a un profesional para pararlas y que no vayan a más.

La segunda razón involucra a las personas que rodean a las que padecen ansiedad o depresión. En mi opinión, un consejo o unas simples palabras pueden tanto empeorar como mejorar la situación de la persona. Debemos saber qué tenemos que decir y qué no podemos decir, para que la aportación sea positiva para el enfermo. Todos hemos escuchado o dicho alguna vez "no te estreses", "cálmate", "no estés triste", "anímate", esto lo único que hace es que el paciente sienta que no le entiendes, y hace el efecto contrario al que pretendes. Los ejemplos anteriores los podemos cambiar por: "estoy aquí para lo que necesites", "entiendo por lo que estás pasando", "¿puedo ayudarte de alguna manera?", esto hará sentir mejor y reconfortará a la persona. 

En definitiva, como ya nombré en otra publicación, nuestra sociedad necesita mayor inteligencia emocional, y, sobre todo, mayor información, tanto para prevenir como para saber ayudar.




4 comentarios:

  1. Hola Beatriz. Me han gustado mucho las imágenes que nos hacen entender un poco mas los pensamientos, sentimientos y emociones por las que atraviesas las personas que sufren ansiedad o depresión. Además coincido contigo en la falta de información tanto para detectar como para asesorar en el caso de que alguien de nuestro entorno lo sufra.
    Un saludo

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  2. ¡Hola! Me parece que has hecho un gran trabajo publicando una entrada que visibiliza tan bien la ansiedad y la depresión y algunos de los síntomas que provocan. Las imágenes que aportas son de gran ayuda para comprender el verdadero problema que supone una ineficaz gestión de nuestra propia mente. Me gustaría destacar el que hayas hablado del entorno de la persona afectada, pues el contacto que ésta tiene con las personas que le rodean puede marcar la diferencia. Además, como bien dices solemos caer en el error de incentivar el reprimir ciertas emociones, comentarios como “no llores más” “eres un/a dramático/a” pueden afectar más de lo que pensamos.

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    1. Hola Laura! Efectivamente no nos damos cuenta de lo importante que son las personas que nos rodean, además de los comentarios que ellas aportan. Es necesario un mayor conocimiento acerca de ello.

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